Tras un largo letargo, Satoru recupera el conocimiento y finalmente vuelve a encontrarse con ella.
Las palabras de esa chica, teóricamente una desconocida, dan un fuerte impulso a los recuerdos que hay al otro lado de esa puerta cerrada a cal y canto. Esa chica no es otra que Airi… a quien Satoru no puede quitarse de la cabeza.