Michael Jones, un antiguo agente del MI6, fue la primera víctima que sobrevivió a la Prueba Desolación, una intervención sumamente peligrosa ideada por el gobierno británico. Lo mantuvieron con vida por vía intravenosa mientras lo alimentaban a la fuerza a base de imágenes y datos terribles de forma ininterrumpida al tiempo que le suministraban estimulantes para mantenerlo consciente y alerta durante todo un año. Jones abandonó la agencia y ahora vive en Los Ángeles, donde trabaja como investigador privado para la comunidad secreta de ex espías ya retirados del servicio que no tienen a quién acudir.