Hiyori y su familia intentan recuperar la normalidad tras el ataque a su hospital, y por ello Yato está totalmente convencido de que los problemas de Hiyori son todos culpa suya, lo que le hace huir no sin antes prometer que no volverá a verla hasta que se convierta en un dios de la felicidad. Mientras tanto, Bishamon también se ve envuelta por sus propios problemas…